EL SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL XX: EL MARQUÉS DE VOGÜE Y PERROT-CHIPIEZ

En este siglo las reconstrucciones del Templo se dividen claramente en dos corrientes. Mientras algunos historiadores participan de los ideales románticos y viajeros de la época, dibujando hermosos templos que marcaran el cénit de las reconstrucciones desde Villalpando, los masones toman como símbolo el Templo de Salomón, al autoproclamarse continuadores de los templarios. Considerando al rey Salomón y a su arquitecto Hiram Abiff los iniciadores de su larga tradición esotérica, era lógico que el Templo de Salomón y, sobre todo, sus dos columnas -Hakim y Boaz- fueran objeto de nuevos intentos de reconstrucción.



1853: el Marqués de Vogüe
Templo del Marqués de Vogüe

Ya en el siglo XIX, el arqueólogo y académico C. J. Melchior (París, 1829 - 1916), marqués de VOGÜE y embajador de Francia en Palestina, se dió a conocer por una serie de artículos publicados en su juventud titulados «Mélanges d'architecture orientale» (1853-54) realizados tras un viaje a Tierra Santa. En su libro «Le Temple de Jérusalem» propone una versión con intención realista arqueológica del Templo de Herodes, que no niega un cierto regusto romano, justificado por su construcción en el siglo I a.C., durante la colonización romana de Israel. Sus medidas son de 350x225 codos, ya que a las medidas de los textos usados añade las de las paredes, y al ancho general de 135 codos añade los muros y dos veces los 40 de los patios de las cocinas, que con ello pierden su aspecto cruciforme.

Con una gran erudición y contínuas citas de los originales de Josefo en griego y el Middot en hebreo, así como en árabe para las fuentes del Domo, propone un original alzado trapezoidal con fuertes aires egipcios para el Templo de Salomón. La única decoración que se permite son unas Jakim y Boaz propias de las modas arqueológicas, que en su propuesta sujetan el dintel de la pared del vestíbulo, frente a otros que las prefieren exentas delante del Templo. Especialmente originales son las secciones, organizadas en base a trazados reguladores con líneas paralelas, basadas en la proporción del Sancta (30x40 codos) y del alzado (75x100 codos), es decir, la cuarta o diatesaron (3:4). Merecen ser destacadas las escaleras de acceso desde las puertas exteriores, ya que tienen una disposición semejante a las que acceden a la terraza superior de los frailes en El Escorial.



1861: Eliphas Lévi
Se trata de un seudónimo con el que se conoció al famoso escritor masón Alphonse-Louis Constant (París 1810 - 1875). Tiene una fuerte intención realista basada en la moda de los descubrimientos arqueológicos, con un evidente orientalismo ecléctico. El sueño romántico de los ilustrados alemanes y franceses inventó un Templo de Jerusalén al gusto de la novela gótica tan de moda en su tiempo. Los masones pretendían poseer el candelero y las columnas de la entrada al Templo, Jakim y Boaz, por lo que llegaron a ocupar un lugar fundamental dentro de la simbología e iconografía masónica.

Templo de Salomón y de Ezequiel, según Eliphas Lévi (1861)



1887: Perrot y Chipiez
Así llegamos a la quasi perfección de la más que es, junto con la de Villalpando, la más bella reconstrucción llevada a cabo hasta la fecha del Templo de Ezequiel, la del estudiante francés de arquitectura André PERROT (1882-1912) y el arquitecto, académico y embajador de Francia en Palestina Charles CHIPIEZ (Ródano, 1835-1920), un magnífico tratado de arqueología de lo imaginario que halaga con elementos orientales los gustos del eclecticismo imperante a finales de siglo. Las fuentes principales son los alemanes Smend y Stade. Los grabados no están exentos de cierta exagerada grandiosidad, por otra parte necesaria dada las medidas del Libro del Profeta. Posteriormente, la parte dedicada al Templo se editó por separado: «Le Temple de Jérusalem et la Maison deu Bois-Liban, restitués d'aprés Ezéchiel et le livre des Rois...» (Paris, Hachette, 1889).

El Templo de Ezequiel, según Perrot y Chipiez (1887)
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1896: Schick
Desmesurado barroquismo oriental el que propone el Dr. C. SCHICK en Die Stiftshütte, reeditado por Mr. E. Meyers en Jerusalén (The Story of the Tabernacle and the Temples of Jerusalem, L. J. S. Press). Las maquetas y dibujos parecen excesivamente recargadas, con más fantasía que imaginación. Merece destacarse la propuesta, por otra parte muy dudosa debido a los mínimos datos que nos han llegado, del Templo de Adriano. Para Schick, guarda una fuerte semejanza con el primitivo Santo Sepulcro, con planta centralizada con cúpula de fuerte sabor bizantino, que anticipa las formas del Domo de la Roca.



1903: Saint-Yves D'Alveydre
Dentro de la importante corriente masónica-teosófica-esotérica de las reconstrucciones del Templo de finales del siglo pasado, resulta curioso estudiar una idea ya adelantada tres siglos antes por Villalpando. Saint-Yves D'ALVEYDRE, según sus notas compiladas y completadas por acólitos de su círculo teosófico en 1911, enumera rigurosamente las medidas y versículos de la arquitectura bíblica del Arca, el Tabernáculo y los Templos de Salomón y Ezequiel, que él identifica. Ello le lleva a proponer el Archéomètre, un método de composición válido tanto para la arquitectura como para la música basado en la antiguos conceptos platónicos de la Armonía Universal: "Estos pasajes prueban con sobrada abundacia la importancia capital que Dios daba a todos estos números, para la construcción de sus Templos, los cuales números eran, sin dudarlo, otras tantas Palabras musicales y constituían, en su conjunto, una armonía perfecta".


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