DESCRIPCIÓN DE LA BASÍLICA
Cimborrio | El carillón: órgano de campanas | El coro | Antecoros | Fascitol | Órganos | Presbiterio | Retablo Mayor | Conjunto escultórico e iconografico | Tabernáculo | Oratorios y Cenotafios Reales | Programa iconográfico de la basílica | Cristo de Cellini | Relicarios | Panteones reales | Patio de Reyes

Un amplio zaguán y una espectacular reja de bronce abren el paso hacia la Basílica del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. El Templo o Basílica, de unos 50 metros de largo, constituye una de las páginas más sobresalientes de la historia de la arquitectura, un extraordinario proyecto que raya en la perfección y que produce una impresión difícil de olvidar por su desnudo granito y su sobrio ornato. Basado en la planta cuadrada de San Pedro de Roma, se realizó finalmente según el proyecto definitivo de Juan de Herrera. Al rey nunca le satisfizo el primitivo proyecto de planta rectangular de Juan Bautista de Toledo, por lo que llegó a hacer un concurso restringido entre arquitectos italianos. El cuadrado, visión renacentista del templo ideal centralizado, se macla con una gran nave central rectangular en forma de cruz latina, con el altar y el coro fuera del cuadrado.

En el centro del cuadrado, sobre cuatro enorme pilastras, se levanta el cimborrio y la cúpula, que alcanza hasta 92 metros de altura. La materia es aquí también piedra berroqueña, la más blanca y fina que se halló. En los muros laterales hay ocho pilares que sirven de apoyo a 24 arcos de medio punto, distribuyendo el peso del cimborrio y de ocho bóvedas. Las bóvedas están realizadas en ladrillo y en principio estuvieron estucadas en blanco y seguramente tuvieron estrellas azules hasta que Lucas Jordán las redecoró entre los años 1692 y 1694 por orden de Carlos II. El pavimento del suelo está realizado en mármoles blancos y grises procedentes de Granada y Alemtejo (Portugal). El conjunto queda iluminado por diez ventanas termales más las diez del cimborrio.

Considerando la Basílica en su totalidad incluyendo los accesos que lo rodean, tiene desde la fachada de los Reyes hasta la pared del ábside poco más de 100 metros de largo por 64 de ancho. Pero la iglesia propiamente dicha es un cuadrado de 50 metros de lado. La Basílica se encuentra dividida en cuatro partes siguiendo una estructuración que es reflejo de la organización social de la España del Siglo XVI. El pueblo llano se situaba en el Sotocoro, la aristocracia en el Templo propiamente dicho, la comunidad religiosa en el Coro y los Reyes en el Presbiterio.

Distribuidos por los cuarenta y cinco altares del Templo se encuentran uno de los escasos programas iconográficos del arte religioso español que se ha conservado "in situ"; hay que destacar el altar que guarda al magnífico Cristo de Cellini, una pieza escultórica realizada por Benvenuto Cellini entre los años 1559 y 1562. También resulta de interés la colección de reliquias de Felipe II, que se conserva en dos grandes armarios.

En el centro del Templo, en las naves del crucero, se exhiben dos grandes candelabros realizados en bronce dorado por el flamenco Juan Simón en 1571. Sus nombres son "El Clavel" y "El Tenebrario", y se utilizaban en los Oficios de la Semana Santa.

La Gloria. Coro de la Basílica Estatua de Carlos V Estatua de Felipe II Interior de la basílica

CIMBORRIO


Dominando todo el conjunto del Real Monasterio se eleva el cimborrio: una estructura de 92 metros de altura con una circunferencia de 83 metros -la primera gran cúpula renacentista con tambor que se hizo en España-, media naranja y linterna. En el tambor, rodeado por una cornisa de gran vuelo con hermosa balaustrada, se abren un total de ocho ventanas de casi diez metros de altura y en la linterna ocho ventanas de cinco metros cada una. Sobre el copulín del cimborrio se eleva una aguja de piedra rematada por una bola de bronce sobre la que se yergue una cruz de hierro de dos metros de alto.

EL CARILLÓN: ÓRGANO DE CAMPANAS


Siguiendo costumbres flamencas, Felipe II dotó al Monasterio de "un órgano de campanas" o carillón, que fue construido por Peter van der Ghein. Este instrumento pereció en el gran incendio de 1671, por lo que Carlos III encargó a Melchor de Haze la fundición de un segundo carillón.

El actual instrumento ha sido realizado por el experto holandés André Lehr y se puede considerar como una reconstrucción del que se hizo a finales del siglo XVII, ya que para su ejecución se han aprovechado las campanas que quedaban de áquel. Cada campana lleva el escudo del Monasterio y el de la reina de España, Su Majestad Doña Sofía, a quien está dedicado.

EL CORO


El coro era el espacio reservado para la Comunidad Religiosa. En torno a él giraba la existencia de los monjes Jerónimos, por lo cual adquirió un gran desarrollo hasta convertirse en un ámbito totalmente diferenciado dentro de la Basílica. Los padres Jerónimos dieron tal esplendor a los servicios litúrgicos del Monasterio de El Escorial que se decía que superaba a los de la Basílica Vaticana: "no es posible hacer más en la tierra", escribía fray Ginés de Sepulveda.

El coro, construido en alto como era tradicional en los monasterios españoles, consiste en un amplio recinto de 14 metros de ancho por 26 de largo. Se accede a él a través de dos grandes arcos de medio punto después de haber pasado por los antecoros. Por los laterales y el testero se distribuyen, en dos alturas, los ciento veinticuatro asientos que forman la sillería, una construcción de riguroso orden corintio que fue realizada por el ebanista italiano Giuseppe Flecha según los diseños facilitados por Juan de Herrera que evitó los tradicionale respaldos tallados con figuras. Destaca entre todos el sitial prioral, por su bellísima arquitectura. Los cantorales -más de doscientos- se colocaban en una estantería diseñada para tal uso en los antecoros.

Por encima de los elegantes respaldos de la fila superior de asientos comienza la decoración pictórica de este recinto. Hay que destacar "La Gloria" de Luca Cambiasso, que representa el triunfo de la Santísima Trinidad sobre todos los seres de la creación. En el centro del Coro se situó una magnífica araña de cristal de roca, que fue donada al Monasterio por Carlos II en 1676 y que representa a cuatro pavos reales con las colas abiertas y un águila con las alas extendidas apoyada en un globo. Situado en el eje central aparece el gran fascitol, diseñado por Juan de Herrera y que estaba considerado como uno de los más grandes de España. Hay que resaltar la presencia de los órganos, elementos fundamentales para la liturgia, ya que gran parte de ella se celebraba cantada.

ANTECOROS


En estas dos amplias salas se guarda parte de la Librería del Coro, que se comenzó a instalar en ese lugar desde el 8 de agosto de 1586. La colección está compuesta por 216 cantorales de más de un metro de altura, encuadernadas por platas forradas en vaqueta y reforzadas por cantoneras realizadas en bronce. Debido a su gran peso, cada ejemplar consta de dos ruedas para facilitar su manejo.La iluminación de estos libros constituye uno de los capítulos más ricos y completos del arte de la miniatura en la España del siglo XVI al siglo XVII. Hay que destacar los frescos de las bóvedas con cuatro historias de David y cuatro de Salomón, obras de Lucas Jordán.

El elemento más importante es su bóveda, la famosa "bóveda plana", realizada con ocho hiladas concéntricas de piedra que sirven para desplazar todo el peso del Coro, situado por encima, a los cuatro pilares sobre los que se sustenta. A los lados encontramos dos puertas que comunican con el patinejo de Palacio, a nuestra izquierda, y el patinejo del Convento, a nuestra derecha.

Bóveda plana

La decoración del Sotocoro se limita a dos altares donde se encuentra el modelo de santos pareados que figura en los lienzos que decoran todas las capillas. A nuestra derecha "San Cosme y San Damián", y a la izquierda, "San Sixto, Papa, y San Blas,Obispo", como modelos de autoridad eclesiástica. Ambos cuadros fueron iniciados por Juan Fernández Navarrete "El Mudo" y terminados por Diego de Urbina.

FASCITOL


Está está realizado en madera de ácana reforzada con fajas de bronce dorado y compuesto por cuatro pilastras de bronce dorado sobre las que se apoya el cuerpo principal, en forma de pirámide truncada rematada en cornisa. Este fascitol presenta un sistema de barras que permiten un movimiento rotatorio sobre su eje central. Sobre él aparece un templete de plante de cruz griega, coronado con una cúpula y rematado por un crucifijo. En su interior se encuentra una imagen de la Virgen María.

Fascitol del coro

ÓRGANOS


Desde el año 1584 el Real Monasterio de El Escorial contó con cuatro impresionantes órganos de gran caja, construídos por los flamencos Gilles y Michael Brevost, cuyas cajas se situaron en los extremos del crucero y a los lados del Coro. Este conjunto se completaba con tres realejos u órganos pequeños que se situaban en tres balcones del Templo, consiguiendo así llenar de música toda la Basílica. Sobre ellos ha dicho Pedro Navascués: "El conocimiento de la iglesia de El Escorial sólo en su arquitectura, sin el añadido de sus voces ni el sonido completo de todos sus órganos es como la contemplación de un bello violín cuyo sonido se desconoce". Los órganos se manejan hoy desde una única consola.

El incendio acaecido en 1671 afectó a los órganos, que fueron reconstruidos por Pedro de Liborna Echevarría. El paso del tiempo y desacertadas intervenciones hicieron necesario que en 1929 se planteara la necesidad de dotar a la Basílica con un nuevo conjunto de instrumentos. Este proyecto no se concluyó hasta el año 1964, tras la celebración del IV Centenario del inicio de las obras del Monasterio. Los nuevos instrumentos fueron realizados bajo la dirección de Eusebio Soto y Ramón González Amezua. Desde la consola central, situada en el coro, se ponen en acción los más de quince mil tubos que forman estos cuatro órganos, además de poder accionarse los órganos del crucero por separado, ya que constan de sus propias consolas de mandos.

PRESBITERIO


Es el punto culminante de la Basílica, el lugar donde se celebra el oficio de la Misa. La Capilla Mayor o Prebisterio está concebido como un gran espacio que se une a la nave principal del templo formando su cabecera y que se encuentra totalmente diferenciado del recinto religioso por la riqueza de sus materiales. El Prebisterio está compuesto por una superposición de órdenes que van desde el dórico romano hasta el corintio, todo realizado en bellísimos jaspes rojos y verdes con dorados toques en basas, capiteles y trigiflos. Se tardó diez años en construirlo (enero 1579-septiembre de 1590). Se accede a él por doce gradas, más otras siete, sobre las que se sitúa el ara, cuya misión es elevar todo el conjunto para que sea perfectamente visible desde cualquier punto de la Basílica, sobre todo desde el Coro.

Todo el fondo del Prebisterio está cubierto por el Retablo Mayor, un conjunto arquitectónico, escultórico y pictórico absolutamente excepcional que no tiene parangón en el arte europeo de su entorno. Tan sólo la pintura de Miguel Angel en la Capilla Sixtina puede, con otros medios expresivos y conceptuales, compararse con esta obra. Su traza fue dada por Juan de Herrera, aunque todo el trabajo se debe a artistas extranjeros. Con una rigurosa y jerárquica división en calles y cuerpos, sigue el esquema tradicional de los retablos españoles, pero siguiendo el estilo renacentista con una gran pureza de formas y de proporciones. A ambos lados del Altar Mayor se encuentran los Oratorios y Cenotafios Reales.

La decoración del Presbiterio se completa con las pinturas de la bóveda realizadas por Luca Cambiasso, que escogió como motivo central la coronación de la Virgen. Los púlpitos y la lámpara que se encuentran en el arranque del Altar Mayor fueron realizados durante el reinado de Fernando VI. Los dos púlpitos fueron ejecutados por Manuel de Urquiza, broncista del rey, en marmol y bronce dorado. El del Evangelio presenta a los cuatro evangelistas, con el escudo real y está rematado por una figurita que simboliza la religión. El de la Epístola está decorado con cuatro Doctores de la Iglesia, el escudo del Monasterio y rematando el tornavoz, una matrona que representa la Fe. La lámpara fue realizada por los plateros madrileños Nicolás Cervantes y Manuel García para iluminar al Santísimo.

RETABLO MAYOR


El Retablo Mayor fue trazado por Juan de Herrera y construído por Leone y Pompeo Leoni, Jacopo da Trezzo, Giovanni Battista Comane y Pedro Castello. Se trata de un conjunto absolutamente magistral, de puro arte italiano y de gran complejidad técnica. Mide 14 metros de ancho por 26 de alto y fue realizado en mármoles y jaspes de colores, bronce dorado al fuego y pinturas hechas con la modalidad pictórica de óleo sobre lienzo. Costó casi cuatro millones de reales.

El retablo mayor basa gran parte de su fuerza y riqueza en su acompañamiento iconográfico, obra de Tibaldi y Zúccaro, y sobre todo, al escultórico que se debe fundamentalmente a Pompeo Leoni. El esquema arquitectónico de Herrera se ajusta al modelo romano con columnas de los distintos órdenes clásicos superponiéndose en cada uno de los cuatro cuerpos. En total son quince grandes esculturas en bronce dorado que se reparten, formando grupos o parejas, de abajo a arriba de la siguiente manera: Los cuatro Padres de la iglesia (San Gregorio el Grande, San Ambrosio, San Agustín y San Jerónimo), los cuatro Evangelistas, Santiago el Mayor y San Andrés, San Pedro y San Pablo y, finalmente, coronando todo el conjunto el Calvario, la escena de "Cristo en la Cruz" entre la Virgen María y San Juan. En el centro del primer cuerpo está la manifestación más importante: la Eucaristía, para cuya custodia se creó el Tabernáculo.

El Retablo Mayor se terminó de montar el día 6 de septiembre de 1590, con la colocación del Calvario. El Real Monasterio cuenta además con cuarenta retablos más, cada uno con su mesa de altar, que servían para la celebración diaria de los padres jerónimos. Felipe II había previsto un elevado número de misas para que los monjes rezaran y cantaran tras su muerte, y para ello pensó en un meditado programa iconográfico con parejas de santos que fue ejecutado por Navarrete "el Mudo", Sánchez Coello, Carvajal y Diego de Urbina. El Greco pintó para uno de ellos su famoso "San Mauricio", pero no envajó con las ideas estéticas contrarreformistas de Felipe II.

CONJUNTO ESCULTÓRICO E ICONOGRÁFICO


La ordenación de los temas en el Retablo Mayor se atiene a los rígidos principios establecidos en el Concilio de Trento, que buscaba exaltar los dogmas católicos que habían sido negados por la reforma protestante.

  • El primer cuerpo, de columnas dóricas, simboliza la presencia de Cristo en la tierra, representada por dos óleos: "La Adoración de los pastores" y "La Adoración de los Reyes Magos", realizadas por Pellegrino Tibaldi. En el centro, aparece la Eucarística, para cuya custodia se creó el Tabernáculo. Este cuerpo termina con las esculturas de los cuatro doctores de la Iglesia en bronce dorado: San Agustín, San Jerónimo, San Gregorio y San Ambrosio.

  • El segundo cuerpo, jónico, simboliza la Pasión de Jesuscristo y el culto a los Santos. En el centro aparece "El Martirio de San Lorenzo" de Tibaldi y a ambos lados "La Flagelación" y "Jesús con la cruz a cuestas", los dos de Zuccaro. Enmarcando el conjunto se encuentran las esculturas de los cuatro evangelistas acompañados por sus símbolos.

  • El tercer nivel, de orden corintio, se concibe como un Cuerpo de Gloria. A los lados "La Resurreción" y "Pentecostés" y en el centro "La Ascensión de la Virgen María", de Federico Zúccaro. El conjunto se completa con las esculturas de dos apostoles, Santiago, patrón de España y San Andres, patrón de la Orden del Toisón de Oro.

  • La composición se cierra en el ático, de orden compuesto, con la representacion escultórica de Jesucristo en la Cruz entre la Virgen María y San Juan, tema conocido con el nombre del Calvario. La madera que se utilizó en la cruz fue la misma con la que se realizó el ataud de Felipe II y procede de la quilla del navío portugués "Cinco Llagas". A los lados se encuentran San Pedro y San Pablo, pilares de la iglesia romana, ésta última con la firma de Pompeyo Leoni y la fecha de 1588. Las escultoras van creciendo de tamaño según la altura en que se encuentran dentro del retablo, del tal manera que las más altas son también las más grandes para evitar el efecto contrario.

    Retablo de la Basilica

    TABERNÁCULO


    El Tabernáculo del Retablo Mayor de la Basílica del Real Monasterio escurialense, donde se guardan las Sagradas Formas, ocupa el lugar donde es mayor la carga expresiva y simbólica: constituye la culminación de nuestro recorrido que desde la fachada exterior, donde la amplitud era infinita, se ha ido reduciendo hasta la intimidad mínima del Sagrario. Está iluminado a contraluz desde el Patio de Mascarones, en un efecto que tanto influiría en los transparentes barrocos, pero sin tener aún toda su teatralidad.

    El Tabernáculo es una pieza única en su género, una auténtica joya de perfección y riqueza insuperables diseñada por Juan de Herrera y realizada por el orfebre italiano Jacopo da Trezzo, que comenzó a trabajar en esta obra en 1579 y necesito siete años para culminarla.

    Adopta forma de templete circularde orden corintio coronado por una cúpula, realizado en mármoles y jaspes finísimos de diferentes colores enmarcados en bronce dorado al fuego. Todo el conjunto aparece sobre un rico zócalo de jaspe sobre el que se levantan ocho columnas de este mismo material. La decoración escultórica se sitúa en los intercolumnios del templete, donde aparecen los cuatro evangelistas, sobre la cornisa se colocan ocho apostoles y en el remate del cupulín la figura de El Salvador.

    La dedicatoria real, que dicen redactó el humanista Arias Montano, es muy curiosa, traducida del latín viene a decir: "A Jesucristo, sacerdote y víctima, Felipe II, rey, dedicó esta obra, toda de mármoles españoles, ejecutada por Jacobo de Trezzo, milanés". En su estado primitivo en el Tabernáculo había una custodia de oro puro y piedras preciosas y, bajo un topacio del tamaño de un puño que colgaba de su interior, se exponía la Eucarístia. Todo esto desapareció durante la invasión napoleónica.

    Detras del Tabernaculo se halla una habitación o camerín al cual se accede por las dos puertas de caoba forradas de jaspe de colores, situadas en los lados del altar, en el zócalo. Para iluminar esta pieza se abre una ventana en el muro, creando así el primer "transparente" del arte español. El interior de esta pieza está recubierto por marmoles rojos y blancos y decorado con pinturas al fresco por Pellegrino Tibaldi.

    ORATORIOS Y CENOTAFIOS REALES


    A ambos lados del Altar Mayor de la Basílica se encuentran los Oratorios y los Cenotafios Reales. Hay dos oratorios que eran para el uso del Rey y de la Reina y que están ocultos a la mirada de la Corte y dos conjuntos estatuarios en los que, de forma permanente, aparecen rezando las Familias Imperial y Real, que simbolizan la presencia eterna de los Soberanos ante Dios.

    Los Oratorios forman parte del Templo y se encuentran comunicados directamente con los Cuartos Reales. En el lado del Evangelio, bajo un arco de descarga y realizado en marmoles y jaspes de colores , con añadido de bronce dorado al fuego, encontramos tres puertas que comunican, la primera de ellas con la parte posterior del Relicario de la Anunciación, y las otras dos con el Oratorio de la Reina.

    Por encima, ocupando toda la luz del arco, a manera de una amplia tribuna, dividida en tres tramos por dos columnas toscanas, aparece el grupo escultórico de la Familia Imperial. Son mal llamados "entierros", ya que Felipe III sacó las tumbas de debajo de las estatuas llevándolas al panteón, bajo las escaleras del altar. Encabeza el conjunto el emperador Carlos V, vestido con armadura y amplio manto en el que destaca el águila bicéfala. A su derecha se sitúa su esposa, Isabel de Portugal. Sigue, por detras, María de Austria, hija del Emperador, Doña María de Hungría y doña Leonor de Francia, ambas hermanas de Carlos V. Detras de los grupos se colocaron cinco inscripciones en latín alusivas a la dignidad de las figuras representadas. Remata este cuerpo el escudo imperial, rodeado por el collar del Toisón de Oro y laureado por la corona imperial.

    En el lado opuesto, siguiendo la misma estructura, se encuentran otras tres puertas; la primera de ellas sirve de entrada a los sacerdotes que ofician la misa y las otras dos comunican con el Oratorio del Rey. Por encima se sitúa el grupo orante de la Familia Real, encabezado por Felipe II, vestido de armadura y manto, acompañado por su cuarta esposa y madre del heredero, Ana de Austria. Sigue por detrás Isabel de Valois, su tercer esposa, el príncipe Carlos y su madre, primera esposa del Rey, María de Portugal. Decorando las paredes hay otro grupo de inscripciones latinas; remata el conjunto el escudo del Rey, rodeado por el Toisón de Oro y ciñiendo las coronas de Castilla, León, Aragón, Dos Sicilias, Portugal, Austria, Flandes, las dos Borgoñas, Brabante y Tirol.

    Grupo escultórico de la familia de Felipe II

    No se ha encontrado el contrato para la ejecución de las estatuas funerarias, pero al firmarse el del retablo mayor el 3 de enero de 1579 ya se menciona que en éste se incluían los sepulcros. Las condiciones se especificaron en escrito de 3 de mayo de 1597. Las figuras iban a ser en principio de mármol blanco y los reclinatorios de jaspe negro, imitando terciopelo de luto. Pero al fin se optó por el bronce dorado, según la idea original de la tumba de su abuelo el emperador Maximiliano. En los planes de Pompeo Leoni el fondo tampoco tenía que ser negro y liso, sino que debía llevar entre las inscripciones unos completos árboles genealógicos con escudos y adornos a base de piedras de colores incustradas. Así está representado en dos pinturas de Juan Pantoja de la Cruz fechadas en 1599; en ellas aparecen las estatuas funerarias provisionales de yeso pintado. El rey murió el 12 de septiembre de 1598 y Leoni entregó las estatuas a finales de 1598; sin embargo, aún habría que dorar y pulir las figuras, de manera que hasta 1600 no fueron colocadas en su actual emplazamiento.

    PROGRAMA ICONOGRÁFICO DE LA BASÍLICA


    Toda la decoración de la Basílica es pictórica y se encomendó a artistas españoles, excepto los Relicarios que fueron pintados por Federico Zúccaro. El programa iconográfico decora los altares de la Basílica, en los que se puede contemplar toda una galería de santos; se pintaron hasta un número de 36 parejas de apóstoles, Padres de la Iglesia y mártires.

    La decoración fue en principio encomendada al pintor del rey, Juan Fernández Navarrete, conocido con el apodo de "El Mudo", que comenzó este encargo en 1576. La muerte le sorprendió en 1579, por lo que se decidió que el programa fuera terminado por los artistas Diego de Urbina, Alonso Sánchez Coello y Luis de Carvajal. La decoración del Templo se completa con las pinturas realizadas al fresco por Lucas Jordán, que se distribuyeron por las bóvedas. Sólo se dejó sin decorar el cimborrio.

    CRISTO DE CELLINI


    Esta magnífica pieza escultórica fue realizada por Benvenuto Cellini, entre los años 1559 y 1562 para que presidiera su enterramiento, que iba a estar situado en la iglesia de la Nunziata en Florencia. Cellini se vio obligado a regalar la escultura a los Duques de Toscana por los grandes elogios que de ella hicieron. La obra permaneció en el palacio Pitti hasta que en 1576 fue embarcada rumbo a España como regalo de los Duques a Felipe II. El 9 de noviembre de ese mismo año el imponente Cristo llegó al Palacio del Pardo, desde donde fue trasladado al Monasterio a hombros de 50 porteadores. Su emplazamiento definitivo se situó en el tránsito que hay en el Coro, justo detras de la silla del prior, donde permaneció hasta el año 1965, fecha en que se buscó una nueva ubicación para que pudiera ser comtemplado por los visitantes sin alterar la quietud del recinto religioso.

    Cuando Cellini se planteó la representación de Jesucristo en la cruz lo concibió como una figura apolínea, con un cuerpo de belleza deslumbrante, que respira armonia y serenidad, sin ninguna huella del despiadado suplicio al que fue sometido Jesús. La obra fue realizada en una gran bloque de marmol blanco de Carrara. Un exhaustivo estudio demuestra que la escultura no se esculpió entera en un sólo bloque, sino que los brazos fueron emsamblados al cuerpo aunque con tal maestría que, cuando las tropas napoleónicas los arrancaron, se dijo que habían sido aserrados.

    Cristo de Cellini

    RELICARIOS


    Siguiendo uno de los preceptos aprobados por el Concilio de Trento referente a la veneración de los santos, Felipe II dotó al Monasterio de una de las colecciones más ricas de reliquias del mundo católico. La colección se compone de unas 7.500 reliquias, que se guardan en 507 cajas o relicarios escultóricos trazados por Juan de Herrera y, en su mayoría, construidos por el platero Juan de Arfe Villafañe. Estos relicarios adoptan las más variadas formas: cabezas, si son para conservar restos sagrados de cráneos; brazos, si son para huesos de las extremidades; estuches piramidales, arquetas y un largo ecétera.

    Las reliquias fueron distribuidas por todo el Monasterio concentrándose las más importantes en la Basílica, en los dos altares realizados para este fin. En el lado del Evangelio, bajo la protección del Misterio de la Anunciación de María, se guardan todos los huesos de las santas y mártires. En el lado opuesto, en el Altar de San Jerónimo, se sitúan los restos de los santos y mártires. Los restos sagrados se guardan en dos grandes armarios, decorados por Federico Zúccaro, que se encuentran divididos en dos cuerpos; se pueden abrir por delante, para ser expuestos al culto, y por detras, para poder acceder a las reliquias.

    PANTEONES REALES


    Uno de los momentos más espectáculares de la visita al Real Monasterio de El Escorial se produce al llegar a los Panteones Reales, que contienen los restos de una de las estirpes más poderosas de la tierra. La creación de este espacio fue una de las primeras causas por las que Felipe II fundó el Monasterio. La entrada a las cámaras mortuorias se realiza a través de una majestuosa escalera, forrada de mármoles toledanos y de jaspes rojos de Tortosa. La escalera se bifurca para ir al Panteón de Reyes, el ramal de la izquierda, y al Panteón de Infantes, el de la derecha.

  • Panteón de Reyes
  • Panteón de Infantes

    PANTEON DE LOS REYES


    Construído bajo el Altar Mayor de la Basílica, con trazas de Crescenzi en el siglo XVII sobre las de Herrera y Gómez de Mora, el Panteón de Reyes es una impresionante cámara funeraria de planta octogonal y arquitectura barroca que aparece completamente forrada en mármoles y jaspes con adornos en bronce dorado al fuego. Descansan en él en veintiseis sepulcros con los restos de los Monarcas de las casas de Austria y de Borbón a excepción de Felipe V y Fernando VI. Originalmente era una capilla funeraria privada, y las tumbas reposaban en unas "catacumbas" bajo las estatuas funerarias, igual que en la Capilla Real de Granada.

    La estancia mide diez metros de diámetro por casi once de altura. Está compartimentada en ocho lados por pilatras pareadas de cuyo entablamento arranca una magnífica cúpula semiesférica dividida en lunetos y profusamente decorada con guirnaldas de bronce. Un zócalo recorre toda la estancia, y sobre él se alzan 16 pilastras de orden corintio. Está recubierto de mármoles de Toledo pulidos, con adornos son de bronce dorado, suelos de mármoles y jaspes de vistosos colores. Las urnas funerarias, de mármol también, descansan sobre garras de león realizadas en bronce.

    Un letrero corona su puerta de entrada: A Dios Omnipotente y grande. Lugar sagrado destinado por la piedad de los Príncipes austriacos a los despojos mortales de los reyes católicos, que bajo el altar mayor están esperando el deseado dia de manos del restaurador de la vida. Carlos V, el más esclarecido de los Césares, deseó este lugar de supremo reposo para sí y para los suyos; Felipe II, el más prudente de los reyes, los designó; Felipe III, Monarca sinceramente piadoso, dió principio a las obras; Felipe IV, grande por su clemencia, constancia y religiosidad, le aumentó, embelleció y terminó el año del Señor de 1654..

    El altar que se situa frente a la puerta de entrada, elaborado en mármol verde de Génova, está presidido por un crucifijo de bronce dorado sobre cruz de mármol negro realizado por el escultor italiano Domenico Guidi. El frontal del altar está ejecutado en bronce dorado a fuego por los religiosos jerónimos Eugenio de la Cruz y Juan de la Concepción y en su centro aparece representado "El Entierro de Cristo". Junto a estas obras hay que señalar la gran araña de bronce dorado a fuego realizada en Génova por Virgilio Fenelli y los apliques en forma de ángel, también en bronce, obra del milanés Clemente Censore.

    Distribuidas por la cámara se encuentran las elegantes urnas sepulcrales de mármol gris, doce a cada lado del altar y dos por encima de la puerta. En las urnas reposan los cuerpos de los monarcas españoles y sus esposas por orden cronológico desde Carlos I a Alfonso XII, un periodo de cuatro siglos de la monarquía española.

    Contra la idea original de Felipe II, que lo concibió como capilla funeraria, el Panteón Real fue modificado sustancialmente en el año 1617, bajo el reinado de su hijo, Felipe III, y bajo la dirección del arquitecto Juan Gómez de Mora. La obra estuvo paralizada 22 años y finalizó el 16 de marzo de 1654, bajo el reinado del nieto de Felipe II, Felipe IV, y encomendada al arquitecto Isidro Carbonell.

    En el Panteón Real reposan los restos de los principales Reyes de España desde Carlos V y sus esposas, siempre que éstas hubieran sido madres de reyes, aunque con excepciones. De acuerdo con el orden establecido, los Reyes está situados al lado derecho del altar y las reinas madres y los príncipes herederos en el lado izquierdo. Todos los cadáveres han pasado previamente por una habitación conocida como "El Pudridero", donde se han consumido durante años antes de pasar al Panteón Real.

    Panteón de Reyes     El Panteón de Reyes

    Casa de Austria:

  • El Emperador Carlos V (1500-1556) y su esposa Isabel de Portugal (1503-1539).
  • Felipe II (1527-1598) y su cuarta esposa Ana de Austria (1549-1580)
  • Felipe III (1578-1621) y Margarita de Austria (1584-1611).
  • Felipe IV (1605-1665) y su primera esposa Isabel de Borbón (1603-1644).
  • Carlos II (1661-1700) y su madre Mariana de Austria (1634-1696).

    Tras la muerte de Carlos II sin descendencia, el trono de España fue ocupado por el duque de Anjou, Felipe de Borbón (Felipe V), bisnieto de Luis XIV de Francia. De esta forma termina el reinado de la Casa de Austria y comienza la época de los Borbones en el trono español. El nuevo monarca mandó colocar aquí los restos mortales de su primera esposa, María Luisa Grabiela de Saboya (1668-1714) y los de su hijo Luis I (1707-1724), que no llegó a ser rey de España debido a su abdicación voluntaria.

    El primer soberano borbón decidió enterrarse junto con su segunda esposa Isabel de Farnesio (1668-1766) en la Colegiata del Palacio de San Ildefonso, en La Granja (Segovia). También faltan en este Panteón Fernando VI (1713-1759), segundo hijo de Felipe V, que optó por ser enterrado en el Monasterio de la Visitación, también llamado Salesas Reales, y su esposa Bárbara de Braganza (1711-1758).

    Tras la muerte sin descendencia de Fernando VI, la Corona recayó en el rey de Nápoles, Carlos VII, tercer hijo de Felipe V. Tras renunciar al reino de Nápoles, pasó a reinar en España con el nombre de Carlos III (1716-1788).

    Casa de los Borbones:

  • Carlos III (1716-1788) y su esposa María Amalia de Sajonia (1724-1760)
  • Carlos IV (1748-1819) y su esposa María Luisa de Parma (1751-1819).
  • Fernando VII (1784-1833) junto a su cuarta esposa María Cristina de Nápoles (1806-1878).
  • Isabel II (1830-1904) y su esposo, el rey consorte Francisco de Asís (1822-1902).
  • Alfonso XII (1857-1885) y su segunda esposa María Cristina de Austria (1858-1929). La reina María de las Mercedes (1860-1878), primera esposa de este monarca, se encuentra enterrada en la Basílica (capilla de Santa Ana y San Juan) en espera de que este dispuesto su emplazamiento definitivo en la Catedral de la Almudena de Madrid.
  • Alfonso XIII (1886-1941), cuyos restos mortales fueron trasladados desde Roma, lugar donde murió, a El Escorial en 1980. Su esposa, Victoria Eugenia de Battenberg (1887-1969) fue trasladada desde Lausana en 1985 y depositada en el pudridero de reyes, desde donde pasara a la urna cuando el protocolo así lo determine.

    Todavía quedan vacias las dos últimas urnas, situadas por encima de la puerta del Panteón, que deberán ser ocupadas por los padres del rey.


    Carlos V

    Puede ampliar esta información en mi página sobre el Panteón de Reyes. Allí veremos cómo el auténtico Sancta Sanctorum del Templo, el Panteón Real, era una capilla funeraria que servía a las tumbas que originalmente se colocaron bajo las estatuas del altar. Propongo que se recupere esta distribución original, para cumplir la voluntad de Carlos V y Felipe II, a la vez que se prepararía un lugar adecuado para nuestro Rey Juan Carlos I y su hijo Felipe (como bien decía el padre Sigüenza, "a los que guarde su vida Nuestro Señor mil años para bien del mundo").

    Felipe II

    PANTEÓN DE INFANTES


    El Panteón de Infantes está considerada como la obra más importante que el siglo XIX ha legado al Monasterio de El Escorial. Fue la reina Isabel II quien decidió encomendar este proyecto y su ejecución al arquitecto de Palacio, José Segundo de Lema. Las obras comenzaron en el año 1862, sufriendo una interrupción de 10 años (1868-1877) debido a la inestabilidad política. Terminaron en 1888, ya durante el gobierno de la regente María Cristina de Habsburgo.

    No tiene este Panteón de Infantes la unidad decorativa que posee el de Reyes, ya que se compone de nueve cámaras sepulcrales de plantas y concepción diferente. Están situadas bajo la Sacristía, Celda Prioral y parte de las Salas Capitulares. Todo el conjunto está forrado de mármol blanco y gris procedente de Florencia, Carrara y Bardiglio. Lo más destacable es la decoración escultórica que fue realizada por Poncio Ponzano, Jacobo Baratta y Giusseppe Galleotti. El estilo seguido en estas nuevas dependencias se puede considerar inspirado en el gótico bajo medieval de los siglos XIV y XV.

    Panteón de Infantes

    El Panteón de Infantes se compone de nueve cámaras sepulcrales. El conjunto de tumbas más interesante se encuentra en la primera cámara. Allí puede contemplarse el sepulcro de Luisa Carlota de Borbón, esposa de Francisco de Paula, hermano de Fernando VII. Está realizada en mármol blanco de carrara con una estatua de la Infanta realizada en bronce dorado a fuego.

    Delante se encuentra la tumba de María de las Mercedes de Borbón y Austria, primera hija de Alfonso XII, con una estatua yacente envuelta en un sudario de clara transparencia obra de Ponzano. Por último, hay que citar la tumba de los Duques de Montpensier, junto a dos de sus hijas, Cristina y Amalia, sobre cuyas sepulturas aparecen sendas estatuas yacentes; y la de María Josefa de Borbón, hermana de Carlos VI, adosada a la pared.

    Tras pasar una cámara vacia se accede a la tumba de María Teresa de Borbón, hermana de Alfonso XIII, diseñada por el arquitecto Landecho y realizada en mármoles oscuros con apliques de bronce dorado al fuego. La siguiente cámara funeraria, practicamente vacia, sirvió para enterrar a parte de la familia de Isabel II. En la quinta cámara se encuentra la impresionante sepultura de Juan de Austria, hijo natural del Emperador Carlos V y vencedor de la Batalla de Lepanto. La estatua yacente del héroe está realizada en mármol de Carrara y es un portento de detalles de gran realismo. Juan de Austria aparece sobre una cama, vestido con armadura y portando una copia de su espada entre las manos. El original de esta espada se conserva en la Real Armería. Fue modelada por Ponciano y ejecutada por Giuseppe Galeotti.

    La sexta cámara es la Rotonda de los Párvulos. En su centro se situa una tumba poligonal de veinte lados realizada en mármol blanco y que, por su peculiar decoración recibe el popular nombre de "La Tarta". Contiene sesenta nichos, trentaiseis ya ocupados por infantes e infantas muertos en la primera infancia. El altar está presidido por el famoso cuadro de Lavinia Fontana, copia de "La Madonna de Loreto" de Rafael, que representa a la Sagrada Familia junto a San Juan Niño velando el sueño de Jesucristo.

    Las tres siguientes salas aparecen franqueadas por heraldos portando hachas, realizados en mármol blanco de carrara por Ponzano. En la última estancia (novena cámara) se encuentran distribuidos en diéciseis sepulcros los restos mortales de todos lo miembros de la Casa de Austria enterrados en el Monasterio de El Escorial.


    PATIO DE REYES

    Tras pasar el amplio zaguán de entrada de la puerta principal del Real Monasterio se encuentra el Patio de Reyes, también denominado "Antesala de la Eternidad". Este patio de proporción dupla (64 metros de largo x 38 metros de ancho) se concibió como antesala de la Basílica y como lugar de unión entre la sabiduría divina y humana. Sus cuatro lados corresponden a la Biblioteca, el Colegio, el Convento y la gran fachada del Templo.

    Los seis Reyes de Judá

    Cuenta con cuatro órdenes de ventanas con un total de ochenta a cada lado. En el muro de la izquierda, entre la octava y novena ventanas, está la última piedra colocada en el edificio que aparece señalada con una pequeña cruz negra. En el fondo del patio se encuentra la fachada de la Basílica que aparece dividida en cinco cuerpos por columnas dóricas. En el segundo cuerpo de esta fachada se alzan, entre siete columnas, una posible alusión a los siete pilares de la sabiduría, las esculturas de los seis Reyes de Judá que participaron en la construcción del templo bíblico de Jerusalén: el Templo de Salomón.

    La fachada se corona por un frontón de tipo sirio, popularizado por Andrea Palladio, en cuyo centro está ubicado el gran ventanal que ilumina el coro de la Basílica. El conjunto queda enmarcado por dos torres-campanario que, junto con la cúpula, son los puntos más altos del Monasterio. En la torre de la izquierda se instaló en el año 1988 un carillón u órgano de campanas.

    Por su grandeza y colocación los seis Reyes de Judá son una de las obras que más llama la atención al público que visita el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Todas las esculturas fueron talladas por Juan Bautista Monegro y están elaboradas en piedra de granito, con las cabezas, manos y pies en mármol blanco. Los seis Reyes de Judá aparecen coronados y con cetro, símbolos ejecutados en bronce dorado a fuego por Sebastián Fernández.

    Las figuras tienen cinco metros de altura cada una y se alzan sobre seis pilastras rectángulares con inscripciones que fueron colocadas en el año 1660. Este conjunto escultórico simboliza el esfuerzo por la restauración del Templo de Salomón y puede entenderse como un mensaje de Felipe II a sus sucesores para que se preocuparan del mantenimiento del edificio.
    (de izquierda a derecha):

  • JOSAPHAT: A los 35 años se convirtió en el cuarto rey de Judá. En su mano derecha lleva una hoz y en su mano izquierda un hacha, que representan su orden de talar los bosques en los que el pueblo adoraba a los falsos dioses. A su lado hay un macho cabrío y dos panes, como símbolo del reinicio de los sacrificos a los dioses del Templo. Por eso, la leyenda que tiene a sus pies dice: "Josaphat, destruídas las prácticas idólatras renovó el culto de la Ley".
  • EZEQUIAS: Tenía 25 años cuando subió al trono. Reinó en Jerusalén durante 29 años. Fortificó la ciudad de David y aseguró el abastecimiento de aguas para Jerusalén. A sus pies se lee la leyenda: "Ezequias, purificado el Templo, celebró la Pascua". Su símbolo es una naveta que significa que llevó a buen puerto la nave del Templo. Tiene un macho cabrío que simboliza la restauración del altar de los sacrificios.
  • DAVID: Fue el fundador de la nación israelita unida e independiente. Apacentaba ovejas cuando su padre le llamó para llevarle ante Saúl. Si este rey se encontraba colérico o melancólico él tocaba la cítara para apaciguar su rabia o su tristeza. Con su honda y una piedra blanca acabó con Goliat. Empezó a reinar con 30 años y gobernó durante 40. Siete años y seis meses reinó sobre Judá desde Hebrón y 33 años sobre todo Yisrael y Judá. Los símbolos que obstenta son una espada y un arpa, como rey guerrero y músico. Su leyenda es : "David recibió la traza o modelo del Templo de manos del Señor".
  • SALOMON: Quizá fue el más célebre rey de Israel. Construyó el templo de Jahvéh a base de piedras labradas completamente en la cantera. Sus atributos son el libro, símbolo de la sabiduría y del escritor sagrado. Su leyenda dice: "Salomón edificó el Templo y lo consagró al señor". Estando en Gabón se le apareció en sueños Jahvéh y le dijo: "Pide lo que te he de dar". Y él dijo: "Da, pues, a tu siervo un corazón prudente para que sepa juzgar a tu pueblo, para que discierna entre el bien y el mal, porque ¿quién podría juzgar a este tu pueblo tan honorable?".
  • JOSIAS: Fue el décimo sexto rey de Judá. Subió al trono a los 8 años y reinó durante 31. Destruyó todos los altares, estatuas y santuarios idólatras y llevo a cabo la renovación de la Alianza del Sinaí. Reconstruyó el Templo de Jerusalén y entre las ruinas encontró "El Libro de la Ley" (Deuteronomio). La escultura Lleva un rollo de pergamino que simboliza un volumen de este libro. Se le considera como uno de los mejores y más piadosos reyes de Judá. Su leyenda dice: "Josías encontró en las ruinas del Templo el Libro de la Ley". La cabeza de la escultura tuvo que ser restituída en 1856.
  • MANASÉS: Se le conoce como el duodécimo rey de Judá. Ascendió al trono a los 12 años y reinó durante 50. Toleró y fomentó los santuarios locales y el culto a Baal y Astarté. Al ser hecho prisionero se arrepintió de haber adorado a dioses paganos y restauró el Templo de Salomón y las murallas de Jerusalén. La escultura de Manasés aparece con un compás y una escuadra y su leyenda reza: "Manasés arrepentido restauró el altar y los sacrificios".


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