Planos, animaciones, ficheros y fotos

Planos, animaciones y ficheros

(201 Kb)
Planta del monasterio de El Escorial
(2.953 x 3.002 pixeles)
(201 Kb)
Planta del monasterio de El Escorial
(1.477 x 1.501 pixeles)
(128 Kb)
Planta del monasterio de El Escorial
(750 x 762 pixeles)
(676 Kb)
escorial.dwg (zip)
(AutoCAD v.12)
(190 Kb)

 

Portada del CD
(formato PDF)
(128 Kb)
Génesis escurialense
(planta: 793 x 331 pix.)
(28 Kb)
Animación axonometrica de la Génesis escurialense
(28 Kb)
Génesis escurialense
(AutoCAD v.12)
Hipótesis del posible primer Escorial, basado en el Templo de Salomón (infografía: Juan Rafael de la Cuadra)
Hipótesis del primer Escorial salomónico
Hipótesis de Chueca sobre el Escorial (infografía: Juan Rafael de la Cuadra)
Hipótesis de Chueca sobre el Escorial
Planta de El Escorial. Diseño de Juan de Herrera y Pedro Perret
Planta de El Escorial de Juan de Herrera
Axonométrica general
Axonométrica general
(731 x 550 pixeles)
Reconstrucción de la fachada Sur, según el proyecto original de Juan Bautista de Toledo (hipótesis del autor)
Fachada Sur; proyecto original J.B. de Toledo (Formato PDF)
(75.720 Kb)
Video (1) de El Escorial (AVI) Español
(45.677 Kb)
Video (2) de El Escorial (AVI) Español
(22.819 Kb)
Video del Templo de Jerusalén (AVI) English
Plano moderno de San Lorenzo de El Escorial
Plano moderno de San Lorenzo de El Escorial
Plano moderno de San Lorenzo de El Escorial (detalle)
Plano moderno (detalle)
El Sueño de Salomón (Lucas Jordán, Museo del Prado, ca. 1694)
[fondo de escritorio:
1024x768]
El Sueño de Salomón (Lucas Jordán, Museo del Prado, ca. 1694)
[fondo de escritorio:
800x600]

Vistas generales

Vista desde el monte Fachada principal de noche (Oeste) Vista aérea Vista aérea (detalle)
Vista aérea desde el monte Avantos (foto: Yolanda Piqueras Domínguez, 7/06/2004)

Vista aérea (Yolanda Piqueras Domínguez)

Vista nocturna: Juan Rafael de la Cuadra, 31.07.2004

Vista nocturna desde Avantos

Disfraz de El Escorial (carnavales Cebreros 2004)
Disfraz de El Escorial (¡genial!)

Fachadas

Detalle portada colegio (Oeste) Detalle portada principal (Oeste) Detalle frontón entrada principal (Oeste) Detalle portada convento y torre (Oeste)
Fachada de los frailes (Sur) - Nevada Fachada de los frailes (Sur) - Nocturna Fachada de los frailes (Sur), foto: Juan R. Cuadra Fachada de los frailes (Sur)
Fachada de los frailes (Sur) Galería de convalecientes Detalle de San Lorenzo y Armas Reales Palacio de Felipe II y testero de la iglesia (Este)

Patio de Reyes y portada de la Basílica

Patio de Reyes y portada de la Basílica Detalle de la portada de la Basílica en el Patio de Reyes Los seis Reyes de Judá Detalle de los Reyes, David y Salomón
Josafat y Ezequías David Salomón Josías y Manasses
El rey Salomón Los Reyes David y Salomón vistos desde atrás. La biblioteca al fondo

Interiores

Retablo de la Basilica Biblioteca Dormitorio de Felipe II Jan Simoens (Juan Simón) de Amberes. Atril para la lectura del Evangelio (1571)
Carlos V frente al altar de la Basilica Felipe II frente al altar de la Basilica Féretros del Panteón Panteón de Reyes

Planos originales de El Escorial

Primer diseño. Planta primera (Perret-Herrera) Tercer diseño. Fachada sur (original de Herrera) Detalle del Tercer diseño. Fachada sur (original de Herrera) Grabado del «Geographia Blaviana» de Joan Blaeu, Amsterdam, 1672
(150pp) | (100pp) | (75pp)

La Vidriera del Rey (1557-59, Sint Janskerk, Gouda)

Plano antiguo de Gouda Banderolas de Gouda en El Prado Banderolas de El Prado en Gouda Cabeza de Felipe II (Vidriera del Rey, San Juan Bautista, Gouda)
Salomón orando durante la consagración del Templo (1er. tercio, Vidriera del Rey, San Juan Bautista de Gouda) La última cena (2º tercio, Vidriera del Rey, San Juan Bautista, Gouda) Escudos de la parte baja (3er. tercio, Vidriera del Rey, San Juan Bautista, Gouda) Escudo de la parte baja (Vidriera del Rey, San Juan Bautista, Gouda)
Felipe II y María Tudor (Vidriera del Rey, San Juan Bautista, Gouda) Dibujo de la vidriera perdida de Carlos V, ca. 1540 (San Juan Bautista de Gouda) Lucas Cranach Jungere (1565) Glas 3: 'Hier een stoeptegel, daar een soepstengel'

El Templo de Salomón

El rey Salomón (puerta Oeste de San Zeno Maggiore, Verona, S. XI) Templo de Salomón como el Domo de la Roca (cuadro flamenco del s. XVI) Jesús expulando los mercaderes del Templo (El Greco, National Gallery) Maqueta del Segundo Templo en el Hotel Holyland, en las afueras de Jerusalén (foto: Juan R. Cuadra, 2.01.99)
Sección del Templo de la Roca (grabado del s. XIX); 1.241 x 1.377 px. Sección del Templo de la Roca (grabado del s. XIX); 621 x 687 px.

Varia

Monasterio de Yuste (Karel V, Paleis; foto: Wim de Groot, 2.01.1994) Monasterio de Yuste (foto: Wim de Groot, 2.01.1994) Planta del Palacio privado de Yuste y de El Escorial (según Secundino Zuazo) Exposición Carlos V (Sint-Pietersabdij, Gante)
Cadalso de la Tabeaux Vivant «Goudbloem» de Amberes (1557) «El felicissimo viaje» de Calvete de Estrella Catedral de Trento (foto: Wim de Groot) Santa Maria Maggiore (Trento)
Sinagoga portuguesa de Amberes (foto: Wim de Groot) Sinagoga portuguesa de Amberes. Grabado de Adolf van der Laan (1710), restaurado por Wim de Groot para el Jewish Historical Museum in Amsterdam Sello de María Tudor y el príncipe Felipe (anverso) Sello de María Tudor y el príncipe Felipe (reverso)


Videos de «The Ultimate Temple», CD coproducido por AVIMedia Ltd. y N.G. Media Interactive Ltd., Israel (1997).

The Ultimate Temple El Templo en movimiento 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 |


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© Juan Rafael de la Cuadra Blanco, 1997-2001 jota@arquired.es

Estos ficheros podrán usarse con fines educativos o de investigación, pero nunca con fines comerciales. Se ruega facilitar las posibles modificaciones mejoradas al autor, y citar su procedencia en publicaciones o reproducciones, y, en todo caso, comunicarlo antes al autor. El copyright de las imágenes, vídeos y publicaciones aquí reproducidos pertenecen a sus respectivos autores, editoriales o dueños. Sólo aparecen aquí con propósitos informativos, de divulgación e investigación. Si en algo se considera perjudicado, escríbame un correo y lo retiraré inmediatamente.

Este asunto de los copyrights es tan interesante (sobre todo en este ambiente de libertad que es Internet) que me resisto a no reproducir aquí un magnífico texto del maestro Juan Antonio Ramírez:

EL MANIFIESTO ENCONTRADO EN ZARAGOZA
Los artistas plásticos y el derecho de propiedad


Por Juan Antonio Ramírez, UAM. Publicado en El País, 24 de diciembre de 1993, p. 14.

El 30 de noviembre de 1993 un grupo de pintores y escultores españoles han protagonizado un curioso amago revolucionario. Como no había palacio de invierno que tomar, optaron por reunirse en el paraninfo de la Universidad de Zaragoza para hablar entre ellos de cosas que creían importantes. Antes de dar por concluida la asamblea y de que los asistentes se retiraran de nuevo a sus estudios (de invierno), han lanzado un manifiesto. Ya sabemos que esta palabra tiene mucha tradición en el arte de las vanguardias: siempre que la oímos recordamos el verbo encendido de Marinetti, Tzara o los surrealistas, las grandiosas exigencias colectivas, las soflamas contra los intereses mezquinos de la sociedad burguesa, caduca y filistea.

Qué raro, nada de ello se encuentra en este escrito. A juzgar por lo publicado (véase El País, 1 de diciembre de 1993) parece que nos hallamos ante un ejemplo perfecto de prosa sindical funcionarial, cuyos catorce puntos (peticiones, mandamientos) podrían resumirse del modo siguiente: el artista debe seguir siendo el dueño más que moral de su obra, aunque la haya vendido, y debe cobrar por cada eventual reproducción o transacción que pueda hacerse de la misma; y el Estado debe garantizar esos derechos de propiedad, para ellos y para sus herederos, hasta setenta años después de fallecido el creador.

Parece evidente que han denominado manifiesto a unas reivindicaciones legales corporativas con importantes secuelas económicas. Quisiera dejar claro que me parece muy encomiable el deseo de proteger a los artistas, que son seres, según palabras de Gordillo, «desvalidos y débiles, algunos de ellos verdaderos héroes, que trabajan con dificultades bestiales». Pero es muy poco probable que se remedie su situación mediante esta clase de reclamaciones.

Los catorce puntos del texto son bastante candorosos. Es llamativo que no reconozcan el distinto carácter de las obras de arte visual ni tampoco la naturaleza endemoniadamente variada de su hipotética reproducción. No puede equipararse un óleo de Antonio López a un cómic de Mariscal: lo primero es un objeto único y sus reproducciones deberán entenderse, normalmente, como recordatorios o citas de la obra original; el cómic, en cambio, ha sido concebido ya para su reproducción fotomecánica, y su copia es como la de una novela. Está claro que ambos tipos de obras no pueden considerarse de la misma manera cuando se habla de «derechos de autor». ¿Y qué decir de los modos, de los contextos y de las intenciones? Hacer una postal con la hipotética pintura de Antonio López no es igual que reproducirla como parte de una argumentación en un artículo crítico, en una historia de la pintura española contemporánea, o en un manual escolar. Lo mismo podría decirse de muchas fotografías y diseños gráficos, cuyas facilidades teóricas de reproducción son mucho mayores. ¿Es todo ello piratería económica o-y intelectual?

Una cosa es la innoble explotación económica de los creadores y otra el derecho social al debate y al disfrute de los productos culturales. Las asimilaciones literales entre los derechos de los músicos o escritores y los de todos los artistas plásticos pueden conducir a graves distorsiones de la realidad. Pagar por la reproducción fotográfica de una escultura en un libro histórico-artístico, equivaldría a exigir una cuota económica por la paráfrasis o resumen de un poema, con alguna cita literal, en una historia de la literatura.

No saquemos las cosas de quicio. Una obra es artística cuando ha recibido la sanción crítica y es considerada como tal en los medios especializados. El autor es sólo uno de los agentes implicados en la noción compleja de la artisticidad. Sorprende la candidez de esas reclamaciones de derechos que implican pagos de cánones en transacciones ulteriores ¡por encima de las veinticinco mil pesetas! ¿No deberíamos pagar igualmente un porcentaje por la reventa de un tresillo? ¿0 sólo debemos hacerlo cuando lo ha diseñado alguien cuya obra se publica en las revistas? También se reclaman regalías casi eternas para los herederos, lo cual me parece particularmente suicida. Todos los estudiosos del arte del siglo XX conocen bien los caprichos de algunas viudas, la voracidad, veleidades y disputas de hijos, nietos, sobrinos, yernos y demás depositarios-as de los derechos de algún artista famoso. En pocos casos favorecen de verdad el conocimiento y la difusión de la obra de su ilustre predecesor. No es lo mismo heredar la Enciclopedia Espasa o un piso en Badajoz que los derechos de exhibición y reproducción de un creador. Algunos valores culturales son colectivos y no deberían ser monopolizados arbitrariamente por nadie.

En fin, una cosa sí está clara: al amparo de la ingenuidad de algunos, engordan nuevas especies de intermediarios. Tal vez haya agentes y leguleyos que arranquen en el futuro algunos duros más a los editores y a los galeristas, lo cual encarecerá el producto artístico, dificultándose su uso social. Se publicarán menos libros de arte y estarán peor ilustrados (en los casos dudosos se incluirán siempre imágenes de obras que no deban pagar el «impuesto revolucionario». Dudo mucho, en cualquier caso, que tales dineros vayan a mejorar de verdad la condición de los artistas. ¿Acaso no necesitan financiación las agencias encargadas de perseguir el supuesto delito de difundir el arte? Es preciso recordar además que esta guerra no concierne a los artistas poco conocidos ni a los principiantes, que son la inmensa mayoría. Sigue abierta la cuestión de cómo podemos velar de verdad por sus intereses. Quizá no debiéramos descartar la hipótesis de que una variante peculiar de la vieja lucha de clases (los poderosos contra todos los demás) funcione también dentro del arte: así es como algunos defenderían sus asuntos particulares arrogándose impunemente la representación de todos los demás.

Está bien que los pintores y escultores (como todos los otros sectores laborales) reflexionen, se asesoren y reclamen, pero debieran saber mejor lo que defienden. Y un respeto, por favor, a las tradiciones de la modernidad; no llamemos manifiesto a esa vergonzosa exigencia de que el Estado proteja derechos inusitados de sacrosanta propiedad. Es evidente que desean ir mucho más lejos de lo que se considera razonable en nuestro celebrado «sistema liberal».